Grandes nubes pasaron cerca.
Y me envolvieron.
No supe esquivar su abrazo
porque creía en ellas.
A veces, pude mirar a su través.
Siempre matizada por la bruma,
aprendí a leer el mundo con una piel que no era mía,
sólo casi mía.
Aprendí que la pureza era un mal
que acostumbraba a viajar conmigo
como un fantasma.
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