30.1.08

variétés (04)

Yo no te regalo flores.
Las flores se acogen a ti,
y me cuentan
que se te regalan.

25.1.08

medir

medir

el diámetro de las almas

música

Música,
vas muy deprisa.

Demasiado rápido para que yo te entienda.
Demasiado rápido para que yo no te sienta.

22.1.08

Las ciudades y los sueños

A Artemisa se llega de una única manera pero a través de infinitos caminos. Cuando uno concilia el sueño puro, se encamina hacia sus proximidades y comienza a adentrarse en ella, pero nunca consigue llegar a su corazón antes de que el sueño termine. Nada se sabe de ella con exactitud porque Artemisa es de todos los durmientes de las ciudades del día y de ninguno a la vez. Lo único que conoce cada uno y que no cuenta a nadie por creerla de su propiedad es el camino que tomó la noche anterior. El de regreso es el instante fugaz del despertar.
La ciudad se crea mientras se la recorre y sus diferentes partes se encienden y se apagan conforme unos soñadores llegan y otros se marchan. Artemisa no tiene límites ni espacio; es inmensa y minúscula a un mismo tiempo pues nace y se forma todos los días y cada día. Ni tan siquiera en los mapas del cielo los sabios la encuentran, porque Artemisa se olvida nada más regresar: los hombres no la recuerdan en la vigilia porque ella es la sorpresa de sus noches.
En realidad, uno de allí nunca se marcha del todo. Algo pequeño, algo casi invisible se lleva uno consigo de ella, que nunca vuelve. De este modo, la ciudad se desgasta, poco a poco, muy poco a poco, y siempre así desde que nació. Como las arrugas surcan la piel, como las flores languidecen, así va muriendo Artemisa, con la mirada más tenue pero más clara, más débil y sin embargo más luminosa. Artemisa envejece porque más que una ciudad soñada es una ciudad vivida en el sueño con intensidad.

Las ciudades y el tiempo

Todavía no sé muy bien cómo aparecí en Alejandra. Atravesando espesas montañas de cristal, descubrí la silueta de una tierra ondulante extendiéndose con vehemencia bajo mis pies. A cada paso que daba, pequeños tallos de nuevas plantas iban germinando a una velocidad asombrosa entre mis piernas, y el cielo, recortado entre nubes no dejaba de adoptar una y otra forma cada vez que tenía la oportunidad de dirigir mi mirada hacia él. Aquél espectáculo de génesis continua me maravilló por momentos y cuando me detuve a coger una de aquellas pequeñas flores nacidas entre miles, averigüé la realidad de Alejandra. Esas tiernas hojas eran de goma, las voluptuosas nubes de algodón, de corcho de colores estaba formada la tierra. Alejandra es ciudad perecedera. Y en eso mismo consiste su debilidad y su grandeza.
Los edificios que fueron creciendo en mi camino, iban siendo construidos con papel de todos los tamaños y adoptando los volúmenes más insospechados, así como las calles que los rodeaban y les daban sustento se iban conformando con tiras de tersos plásticos de diversos gramajes unidos unos a otros con extrema perfección. Enormes plazas de cartón se abrían ante mis ojos llenas de fuentes, hechas de agua y que vertían su propio líquido fuera de sí mismas. Tampoco se olvida uno de los árboles hechos de olores de esta ciudad, que uno no ve y que sólo sabe que viven si respira los perfumes que desprenden cuando se camina junto a ellos. Se avanza en Alejandra y la ciudad nace, pero nace ya muerta.
Se puede vivir un día, o quizá dos, en Alejandra. Sus habitantes lo saben, pero no tienen tiempo de añorar la vida ni de temer la muerte. Sólo tienen tiempo para vivir muriendo. Y su felicidad es fugaz pero eterna bajo ese sol de fuego que ven brillar en un único amanecer y bajo una luna de plata que les ilumina en su única noche.
Alejandra es una ciudad sin horizonte, una ciudad sin mañana. Y si por ventura un viajero como nosotros, en un repentino gesto de nostalgia, vuelve la vista atrás hacia Alejandra, no la encuentra ni haciéndose ni deshaciéndose, sino que ya no la encuentra. Porque Alejandra es solo presencias y tampoco ella tiene pasado.

15.1.08

variétés (03)

quiero tocar la Luna
_ y tú me tiendes una escalera de dedos cual peldaños _,
y ver desde allí
Subo sola,
pero no en soledad.

¿qué es la eternidad?

El Día es la esperanza de lo nuevo, del descubrimiento.
Mis ojos,
(y mi corazón)
se preparan
para la emoción.

Y sin saberlo,
para el recuerdo.
de tanto amar,
me agoté

fíjese usted que se me murió el corazón,
que había estado tanto tiempo conmigo...

era yo,

ya no soy
¡Hay tantas muertes de colores!

muertes verdes, de torturaciones,
muertes rojas, de pasión y lujuria,
muertes moradas, de tanto pensar y pensar,
muertes muertes,

y la muerte blanca, que es la de la vida.
Soy pobre, no he encontrado nada.
Soy rico
de nada.

vida nueva ( 00 )

Para tener una nueva vida
hay que volver a nacer.

Yo he tenido ya dos vidas,
y sólo me quedan
mil y una más.

vida nueva ( 02 )

Rozar los límites
como roza ahora esta tinta sobre el papel.

La libertad es la condición de nacer, buscar
un pasatiempo que entreteja este sueño que es vivir.
No poder hacer nada más que pensar en luz.

12.1.08


comprender
cómo
un pájaro
sobrevuela
mi cielo

y no me ve.

( ... )

mi madre,
mi padre,
me han pedido que viva.

He nacido hoy.

La vida

Describir en círculos mi alma
y pasar por ese aro,
yo misma,
tantas veces, como haga falta
hasta desgastarme con su rozamiento.

petición

que la Naturaleza me domestique,

que me haga salvaje.